
Mi empresa onírica
Pero no me pidan que me mate
ni que abra combate por la tierra mía,
que una patria no vale una guerra
Y antes que la tierra
vale más la vida
Juan Carlos Aragón
Si fuese creador de sueños
y pudiera vender mi historia en los cines de la onírica
hoy más que nunca me la jugaría y salvaría al mundo
lanzando en cartelera mi producción del hombre fronterizo.
Pues corren tiempos donde el raciocinio de los hombres vive envenenado,
y tras mucho pensar y no llevar mis pensamientos a acciones
y por consiguiente mis acciones no llegar a ningún puerto con anclaje,
siento que solo el sueño perdurable de vivir en la frontera
puede acabar con esta pesadilla.
Un sueño donde vallas y aranceles pasarían al desván subterráneo de la Tierra.
Un sueño sin muros tapiados de coladores con orificios jerárquicos,
evitando de este modo la selección ilegal de la especie.
La frontera no sería un campo de exterminio para quien se acercara,
ni un área de reclutamiento para los miembros de la raza dominante.
No habría líneas, pero sí puntos,
pues la evolución de la vida necesita de referencias.
Nada de fronteras físicas, limitando el paradero de nuestra suerte.
Ni de fronteras armadas, vigilando los andares disidentes.
Ni invisibles, las más peligrosas,
amenazando el nomadismo del pensamiento con sus cercas represivas.
Un sueño lleno de protagonistas perseguidores de otros hombres fronterizos.
Hombres sin temor a líneas divisorias,
pues como buenos malabaristas habitarían en ellas,
derrumbarían murallas y abrirían puertas.
La frontera como patria,
permitiendo al pobre, al curioso o al nómada probar manzanas de otros paraísos.
La frontera como aventura y libertad
donde las banderas no se pintarían con colores separatistas
sino con historias conjuntas que escribir en sus telas.
Un espacio libre de prejuicios,
de bandos y amenazas.
Una fraternidad de identidades: la originaria y la tentadora.
Todos abiertos a la combinación desordenada de lo imprevisible.
Busco hombres creadores de sueños,
hombres fronterizos interesados que envíen sus propuestas
para unirse a mi empresa onírica sin salario estipulado,
solo prometo la remuneración de ver un sueño,
nuestro sueño,
hecho realidad.
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