
Descosiendo Bolsillos
Los detalles de la cotidianeidad en su suma le dan estabilidad y continuidad a los días, al tiempo que nos mantiene en pie respirando. La vida se engendra en la ingenuidad de lo pequeño, en aquello que menos se contempla, y que más nos sostiene. Tendemos apreciar lo minúsculo cuando nos falta, cuando no marcha, cuando duele su ausencia. Quizás debamos aprender que la pasión por una vida en grande hay que pincharla con dosis de sencillez, y que la vida al igual que los bolsillos hay que explorarla desde sus raíces hasta su inexistencia.
Descosiendo bolsillos
Abiertos a la casualidad de cualquier visita
no se comprometen a la viscosidad del tiempo reglado.
Los días se alojan en la profundidad de su cotidianeidad.
Dos arrecifes de mundos diversos,
dos escaparates subterráneos que sujetan los capitales de nuestra levedad.
Un cosmos de historias de seres familiares y espíritus de paso
quienes no atienden a la suavidad o rugosidad del espacio.
Entallados o afligidos.
Estandarizados o asimétricos.
¿Qué más da su porte?
Si esconden tesoros y pesares
hechos y silencios
que guardan el anonimato de lo efímero que nos conforma.
Prudentes sus modos, enmudecen la amarga sinceridad de lo concreto,
de lo material
de lo que nos pertenece,
o así lo creemos.
Es en horarios muertos
donde residen mis hubieras,
mis quizás,
y el peso de mis dudas,
cuando no me mantengo indiferente
y siento su vida.
Siento como la vida vuelve y me sorprende,
acostumbrándome a la privacidad de estos rinconcitos lúgubres
repletos de quehaceres y saberes
que a veces dejan escapar su devenir
entre las rendijas de luz que marcan el anuncio de una nueva hora.
Justo pensaba en eso hoy…. Poco es mas mi estimado escritor! Cuando escribes pareces las notas musicales… Puedo sentir algo de nostalgia o tristeza pero luego en lo inesperado de la lectura salen destellos de esperanza…. Supongo que asi es la vida misma!